sábado, 21 de marzo de 2015

Gymnosporangium sabinae, en invierno en su casita de madera de sabina y en verano tomando el sol en su chalecito de hojas de peral.

El hongo fitopatógeno Gymnosporangium sabinae, de la familia de las Pucciniaceae, necesita dos huéspedes o víctimas para completar su ciclo vital. En invierno infecta o parasita a las sabinas y enebros de la familia de las Cupressaceae, provocando una enfermedad relativamente leve llamada Roya del enebro y en verano parasita a los perales, de la familia de las Rosaceae, causándoles una fitopatología grave que puede llegar a ser mortal para el árbol, llamada Roya del peral.

 Roya del enebro a la izquierda (fase Teliospórica) y Roya del peral a la derecha (fase Aeciospórica).

FASE TELIOSPÓRICA

El Gymnosporangium sabinae, también llamado Gymnosporangium fuscum, pasa el invierno en una especie de tumoraciones, nódulos o engrosamientos que se forman en las ramillas de las sabinas y enebros.

 A finales del invierno empiezan a asomar los cuerpos fructíferos o telias.

A finales del invierno o principios de la primavera, con temperaturas suaves y en general tras un período de lluvias, brotan las telias en forma de sacos anaranjados repletos de teliósporas.

Otras telias sobre la ramilla de una sabina, Juniperus phoenicea subsp. turbinata.

Las telias absorben el agua de lluvia y se muestran turgentes con una textura de gelatina.

Más telias fotografiadas el 15 de marzo de 2015 tras un chubasco.

Tramo de ramilla de unos 10 centímetros infectada por el hongo.

 Detalle de las telias de la imagen anterior.

 Por transparencia se pueden apreciar las miles de teliósporas que llenan los sacos gelatinosos de las telias.

 Gálbulo de Juniperus phoenicea subsp. turbinata infectado por Gymnosporangium sabinae.

Detalle del gálbulo anterior con las telias surgiendo entre las escamas del fruto.

Unos días después las telias gelatinosas se van secando mientras continua la dispersión de las teliósporas.

Una vez secas las telias se desprenden de la ramilla por acción del viento dejando una marca amarillenta en la corteza.

Si la ramilla infectada está a resguardo del viento, las telias no se desprenden, se secan completamente y permanecen adheridas a la corteza adquiriendo un aspecto pulverulento por la abundancia de teliósporas.

Teliósporas de Gymnosporangium sabinae vistas al microscopio a 100 aumentos. Cada telióspora está formada por dos células separadas por un septo. Cada célula tiene dos poros germinativos por donde emite una especie de filamentos llamados promicelios, como si de dos microscópicas raicillas se tratase, que penetran en el espacio intercelular de las hojas tiernas de un peral y empieza entonces la fase veraniega del hongo o Aeciospórica.

FASE AECIOSPÓRICA

Peral gravemente infestado por Gymnosporangium sabinae. La fase veraniega o aeciospórica es la causante de una grave fitopatología llamada Roya del peral, que ocasiona pérdidas económicas importantes en las plantaciones frutícolas de perales, llegando a defoliar completamente y matar a los árboles más debilitados. La única solución realmente efectiva consiste en eliminar todos los árboles del género Juníperus que se encuentren a menos de un kilómetro de la plantación de perales, lo cual es una barbaridad a nivel ecológico dada la escasez y la belleza de estos árboles.

Por propia experiencia he comprobado que el Gymnosporangium sabinae infecta con la misma virulencia a todas las especies del género Pyrus que tenga cerca: Pyrus communis, Pyrus pyrifolia, Pyrus betulaefolia, etc...

Haz de una hoja de peral con las típicas manchas redondas y rojas con el centro manchado de negro.

Envés de la hoja anterior con las agallas de la Roya. Fotografía tomada el 20 de septiembre.

Otra hoja severamente afectada.

Envés de la hoja anterior.

A finales del verano las agallas fúngicas en forma de peridios tubulares, llamadas aecios, están repletas de un haz de filamentos germinales o espermagonios en los que se forman las aeciosporas.

Cuando las aeciosporas están maduras, el haz de espermagonios sale por el orificio cenital de los aecios y con la ayuda del viento empieza dispersar las aeciosporas.

Haces de espermagonios surgiendo de los aecios. Fotografía tomada el 20 de noviembre.

Las aeciosporas se despegan del haz de filamentos de los espermagonios y vuelan con el viento hacia las ramillas de algún enebro o sabina.

Detalle del haz de filamentos entre los cuales se pueden ver las aeciosporas de color marrón. Tras su dispersión finaliza la fase veraniega y empieza la fase invernal con la germinación de las aeciosporas cuyos promicelios penetran en la corteza de alguna ramilla de un árbol del género Juniperus y vuelve a empezar el ciclo de la vida del Gymnosporangium sabinae.



lunes, 16 de marzo de 2015

Un día de injertos en Son Vivot

Injertos difíciles, poco frecuentes, raros, intergenéricos...

Este pasado domingo un grupo de amigos nos reunimos en el huerto de Jaume y Matilde. Se llama Son Vivot y es como un pequeño paraíso terrenal, un jardín botánico fantástico con centenares de árboles, arbustos y lianas de todo el mundo. Nos apetecía vernos para charlar un rato y reforzar así nuestra amistad, y el motivo o escusa fue hacer unos injertos un tanto estraños sobre encinas de bellotas amargas. 

Injerto de encina de bellotas dulces sobre encina borde por el método tradicional de los viejos y sabios injertadores mallorquines.


Llorenç, un gran profesional de la agricultura y la jardinería, ha sido el protagonista de la sesión de injertos. Los injertadores mallorquines capaces de injertar encinas con éxito se pueden contar con los dedos de una mano y creo que todavía sobrarían dedos. Llorenç tiene los conocimientos, la sabiduría, la destreza y la paciencia para llevar a buen término un trabajo tan difícil.

 Ha empezado haciendo el injerto de encina de bellotas dulces sobre una encina borde de frutos amargos. En primer lugar ha podado todo el ramaje del pie o patrón dejando sólo las dos ramas principales. Después con unas herramientas especiales, que sólo conocen y poseen los injertadores profesionales, ha partido en dos el extremo de cada una de las ramas y en la raja o corte ha insertado dos estacas de encina de bellotas dulces, que ha traido expresamente de su paradisíaca finca situada en la marina de Llucmajor llamada Sa Barraca Blanca.       

Aquí podéis ver la concentración del artista, mejor dicho, el artesano, el maestro injertador, procediendo a finalizar el injerto de la primera rama principal. Observar como realiza su obra de arte es todo un espectáculo. No tiene prisa, va paso a paso sin saltarse ningún detalle.

Seguidamente ha partido la otra rama del patrón con una herramienta especial parecida a una gran navaja de afeitar y un mazo de madera. Os recomiendo ampliar las fotos con un doble click para apreciar mejor los detalles.

No ha resultado nada fácil partirla, ya que las encinas tienen la madera muy dura y compacta.

Para mantener el corte abierto ha metido en él la parte posterior de la gran navaja.

Como ha hecho con la otra rama en ésta ha insertado dos estaquitas procurando que su corteza contacte y se alinee perfectamente con la corteza del patrón. Seguidamente ha procedido a embadurnar todas las heridas abiertas, tanto del patrón como de las estacas, con pasta selladora.

Un profesional como Llorenç no se puede permitir el más mínimo error.

 Todas las heridas han quedado bien curadas y herméticamente selladas.

Aquí se ven bien las dos ramas ya injertadas con dos estacas de encina dulce en cada una de ellas.

 El padre de Llorenç no se ha perdido ningún detalle. Aquí le podéis ver sentado en una silla que le ha traido Matilde, la anfitriona. Los dos perritos que abraza son Tilín de Sa Barraca Blanca y Fosca de Son Vivot.

  Biel Nicolau y Llorenç sonriendo satisfechos por el trabajo bien hecho. Como podéis ver, el maestro injertador ha rodeado cada rama con un cucurucho de plástico y lo ha rellenado con tierra tamizada hasta cubrir completamente las estaquillas. A continuación ha regado la tierra.  

 El artista observando satisfecho su obra de arte. En la cesta guarda como un tesoro sus herramientas, las mismas que llevaba el viejo maestro injertador que le enseñó a injertar encinas. 


Injerto de castaño sobre encina con el mismo método tradicional mallorquín.


 Este tipo de injerto es una novedad en Mallorca. Como ya sabéis, los castaños no soportan la cal de la tierra mallorquina, que les bloquea la absorción del hierro en las raíces, les provoca clorosis y los acaba matando a todos en unos meses o como mucho en unos pocos años. Así pues la única manera de poder cultivar castaños en Mallorca es injertándolos sobre un patrón de encina, perfectamente adaptada a la tierra caliza y a la sequía mediterránea. En el sur de Francia, con una tierra calcárea parecida a la mallorquina, hace ya siglos que injertan los robres y encinas con estacas de castaño.

 El año pasado Llorenç ya injertó con éxito una encina de Son Vivot con una pua o estaca de castaño. La que ha injertado hoy tiene el tronco muy grueso y ha pensado que convenía más injertarla por el método de Corona sin partir la madera. En la imagen podéis ver como rebaja en bisel una pua de castaño aprovechando la plataforma del patrón recién podado. 

 Joan Bestard y un servidor le observábamos admirados. 

 Tambien le observaba su padre, orgulloso de su hijo.

Hemos tenido mucha suerte. Las previsiones meteorológicas pronosticaban lluvias abundantes para este domingo, pero finalmente ha salido el sol y nos ha permitido realizar los injertos sin mojarnos.

 La parejita de enamorados, Fosca y Tilín, han jugado como locos todo el rato y sólo han parado las dos o tres veces que el señor Llorenç les ha cogido en brazos.

 Jaume de Son Vivot, Joan Bestard y un servidor observando fascinados el excelente trabajo artesano de Llorenç.

Después de hacer un corte vertical en la corteza de la encina ha insertado una estaca de castaño por la parte biselada. 

 La corteza no se quería despegar y Llorenç se ha ayudado con el mazo de madera para insertar la estaca entre la madera y la corteza, exactamente donde está la capa de cambium.

 Una vez insertadas las cuatro estacas las ha ajustado con un cerclaje de alambre y ha empezado a sellar las heridas con mástic de injertar.

Jaume le ha preparado un palito en forma de espátula para facilitarle el trabajo. 

 Detalle del injerto de castaño sobre encina ya finalizado.  

 El escenario del injerto.

 Como ha hecho en el anterior injerto, en éste también le ha colocado un cucurucho de plástico. Jaume le ha echado una mano.  

Después de ajustar el cucurucho lo ha rellenado con tierra tamizada que ha regado seguidamente. Ahora sólo queda esperar unas semanas para ver los resultados, que con toda seguridad serán exitosos.

Injerto de Microcitrus australasica sobre limonero borde por el método de Corona bajo bolsa de plástico.

Finalmente me ha tocado a mí hacer un injerto muy fácil de estaquitas del cítrico australiano Microcitrus australasica, llamado caviar vegetal, sobre un limonero borde nacido de semilla. Este arbusto austral va adquiriendo cada vez más fama desde que fue descubierto hace unos años por los chefs de alta cocina de los mejores restaurantes del mundo. 

 La única dificultad para hacer este injerto han sido las espinas como agujas que protegen las ramitas de este cítrico australiano.

 No me ha quedado más remedio que cortar las espinas una a una para poder manipular las estaquitas.

 El injerto de Corona en los cítricos se hace cuando entran en savia y la corteza se despega con facilidad.

 Aquí podéis ver como estoy despegando la corteza con la parte posterior del cuchillo de injertar. 

 En primer lugar he insertado dos estaquitas en la rama más delgada del patrón.

Después las he atado con cinta de injertar de la marca Borrull, que se fabrica en Valencia expresamente para injertar naranjos, limoneros y mandarinos.

La primera rama ya está injertada.

Comenzando a injertar la rama más gruesa del limonero borde.

Las estaquitas se rebajan en bisel antes de insertarlas entre la corteza y la madera del patrón.

Insertando la última estaquita observado por Biel.

El paso siguiente consiste en embadurnar con mástic todas las heridas, tanto del patrón como del extremo de las estacas, y posteriormente cubrirlas con una bolsa de plástico transparente para evitar su deshidratación. Pasados unos 15 días se puede retirar la bolsa y cuando a finales de abril broten las yemas, ya se podrán desatar los injertos.